El valor de la Integridad
Esta virtud implica la ausencia de dobleces, inconsistencias de carácter, dualidades o hipocresías. La integridad nos hace uno, siempre uno y el mismo en todo lugar y circunstancia. Nos aleja de la ética situacional, cambiante, dependiente de la ocasión.
“Así que no nos cansemos de hacer el bien porque,si seguimos haciéndolo, Dios nos premiará a su debido tiempo.”
— Gálatas 6:9 (TLA)
“Dime, Dios mío, ¿quién puede vivir en tu santuario?, ¿quién puede vivir en tu monte santo? Sólo quien hace lo bueno y practica la justicia; sólo quien piensa en la verdad y habla con la verdad; sólo quien no habla mal de nadie ni busca el mal de nadie ni ofende a nadie; sólo quien desprecia al que merece desprecio, pero respeta a quien honra a Dios; sólo quien cumple lo que promete aunque salga perdiendo; sólo quien presta dinero sin cobrar intereses, y jamás acepta dinero para perjudicar al inocente. Quien así se comporta, vivirá siempre seguro.”
— Salmos 15:1-5 (TLA)
“Pero ahora yo les digo a ustedes que, cuando prometan algo, no hagan ningún juramento. No juren por el cielo, porque es el trono de Dios, ni juren por la tierra, porque Dios gobierna sobre ella. Tampoco juren por Jerusalén, pues esta ciudad pertenece a Dios, el gran Rey. Nunca juren por su vida, porque ustedes no son dueños de ella. Si van a hacer algo digan que sí, y si no lo van a hacer digan que no…”
— Mateo 5:34-37 (TLA)
“Todo el mundo conoce la conducta de los que obedecen a sus malos deseos: no son fieles en el matrimonio, tienen relaciones sexuales prohibidas, muchos vicios y malos pensamientos. Adoran a dioses falsos, practican la brujería y odian a los demás. Se pelean unos con otros, son celosos y se enojan por todo. Son egoístas, discuten y causan divisiones. Son envidiosos, y hasta matan; se emborrachan, y en sus fiestas hacen locuras y muchas cosas malas…”
— Gálatas 5:19-21 (TLA)
“En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto.”
— Gálatas 5:22-23 (TLA)