El valor de la Responsabilidad
Cuando aceptamos gustosos las consecuencias de nuestro actuar, cuando sabemos corresponder a las obligaciones adquiridas, cuando honramos nuestra palabra, cuando hacemos frente al esfuerzo que demandan las tareas propias, somos responsables. La responsabilidad nos hace ciudadanos fuertes, sobrios, constantes en el trabajo y familia. Cuantos más ciudadanos responsables haya en una sociedad, ésta será mucho mejor.
“Quien antes fue ladrón, debe dejar de robar, y ahora trabajar bien y con sus propias manos. Así tendrá dinero para ayudar a las personas necesitadas.”
— Efesios 4:28 (TLA)
“Por eso, ordénales a todos que hagan lo que te he dicho, para que nadie pueda criticarlos. Quien no cuida de sus parientes, y especialmente de su familia, no se porta como un cristiano; es más, tal persona es peor que quien nunca ha creído en Dios.”
— 1 Timoteo 5:7-8 (TLA)
“Fue uno de los propios profetas de Creta el que dijo: «Esa gente de Creta es mentirosa, glotona y perezosa. Se portan como animales salvajes.» ¡Y es verdad! Por eso tienes que reprender mucho a esta clase de gente, y ayudarla para que vuelva a confiar en Jesucristo como es debido.”
— Tito 1:12-13 (TLA)
“Ustedes saben cómo deben vivir para seguir nuestro ejemplo: nunca estuvimos entre ustedes sin hacer nada, y nunca recibimos comida sin pagar por ella. Al contrario, trabajábamos de día y de noche para que ninguno de ustedes tuviera que pagar nada por nosotros. En realidad, teníamos derecho a pedirles que nos ayudaran, pero preferimos trabajar para ganarnos el pan, y así darles un ejemplo a seguir. Cuando estábamos con ustedes, les decíamos que quien no quiera trabajar tampoco tiene derecho a comer.”
— 2 Tesalonicenses 3:7-10 (TLA)
“Todos cometemos muchas faltas. ¿Quién, entonces, es una persona madura? Sólo quien es capaz de dominar su lengua y de dominarse a sí mismo.”
— Santiago 3:2 (TLA)
“Cada uno es responsable ante Dios de su propia conducta.”
— Gálatas 6:5 (TLA)